El Ekeko tiene su origen en Tiwanaku, que está en territorio boliviano. El Ekeko no es un dios, sino una divinidad de la fecundidad. Tiene varias maneras de representación, en Tiwanaku se lo representaba con el pene erecto, también lo representaban con joroba. El Ekeko formaba parte de la jerarquía que acompañaba a los incas, pero su origen no es incaico, sino tiwanacota. El diocesillo era tan importante en las decisiones de la realeza, que existen cuadros antiguos con la imagen de un enano al lado de las autoridades. El Ekeko era como un “ministro del interior” de la jerarquía tiwanacota y su opinión era bien escuchada por los monarcas. Por esto y por mucho más el Ekeko es boliviano . Los artesanos de Bolivia viajan a otros países y llevan sus productos para lucirlos, ahora esos países (Perú y Chile) quieren adueñarse de El Ekeko y de otras costumbres bolivianas.
Por ejemplo, la festividad de La Alasita en Bolivia se celebra desde hace más de un siglo, en cambio en Puno se la hace desde 50 años.
EL EKEKO EN BOLIVIA.- El Ekeko es el dios de la abundancia en la mitología boliviana andina y del altiplano. Su imagen se vende en los mercados de ese país y goza de gran popularidad sobre todo a fin de año, ya que cada hogar debe contar con un Ekeko entre el Año Viejo y el 24 de enero, periodo del solsticio de verano en el sur. Es en esa fecha donde podemos palpar claramente el sincretismo entre la festividad cristiana y pagana: la fiesta del Ekeko celebrada en el solsticio de verano en el hemisferio sur el 24 de enero fue unida al festejo de la Virgen de la Paz y también al año nuevo según el calendario gregoriano.
La efigie del Ekeko es un pequeño hombre un poco gordo – debemos recordar que es el dios de la abundancia, así que no puede ser delgado – portando el traje tradicional boliviano, con el gorro andino. La estatua del Ekeko, hecha de piedra, cerámica, de hojalata o estaño, madera o incluso hasta plata, se pone en la casa, en algún lugar donde esta deidad pueda estar “cómoda”. No es necesariamente una efigie grande. Las hay desde un tamaño que puede caber encima de una moneda de plata. El hombrecito lleva los brazos levantados a los lados, pues en ellos se le irán colgando las alasitas.
La palabra “alasitas” significa en lengua aymara “cómprame”. Son miniaturas de toda clase de cosas que una persona pueda desear obtener. Una alasita muy común son pequeños billetes, porque la gente necesita dinero para llevar a cabo sus proyectos. Otras alasitas más específicas son: si uno desea viajar, compra una pequeña maleta; si uno quiere comprarse un coche, compra un cochecito; si un campesino desea buena cosecha, compra una alasita de un saco de granos de cereales; si una familia quiere tener siempre comida, compra una alasita de bolsita de arroz; si uno desea tener suerte en su negocio, pues una alasita de una pequeña tienda. Es increíble la diversidad de alasitas que se venden, y el detalle con que están hechas.
La leyenda del Ekeko data de tiempos prehispánicos. Cuentan los nativos que allá en el Altiplano boliviano vivía un hombre aymara llamado Iqiqu, que además de ser generoso y alegre, emanaba armonía, sabiduría y tranquilidad. Pero con la llegada de los blancos, se acabó esa felicidad, ya que Iqiqu fue perseguido. Los blancos lo apresaron y fue muerto y descuartizado, poniendo las diferentes partes de su cuerpo en distintos lugares, para que no pudiera volver a nacer.
La leyenda toma un cariz político contemporáneo al contar que cuando se reúnan todas las partes del cuerpo del Ekeko, entonces el pueblo aymara renacerá junto con él.
CONTINÚA EL REINADO DEL EKEKO EN LA ALASITA
Bolivia Com. (www.bolivia.com)
Pequeño, casi enano, fuerte (mastuco en lenguaje criollo), de ralos bigotes, fumador empedernido, con lluchu y sombrero, cargado de innumerables productos de la canasta familiar y de otros que también son necesarios para la vida y comodidad de la familia, el Ekeko, ancestral figura de la cultura paceña sigue entronado en la fiesta de la Alasita. Todo se hace a su nombre, nadie compra nada sin pensar en que éste dios de la abundancia (significado castellano de la voz aimara ekeko) lo hará realidad en el transcurso del año.
Dicen algunos historiadores que el Ekeko ya era conocido en el kollasuyo y que a él le daban la categoría de dios; un dios de la prosperidad y de la fortuna. Según esas creencias, el Ekeko se encargaba de llevar al hogar alegría y fortuna y también se encargaba de ahuyentar las desgracias. La historia del Ekeko y de la fiesta de Alasita (voz aimara que significa comprame) no tiene gran cantidad de documentos escritos, pero José de Mesa asegura que habría sido don Sebastián Segurola, gobernador intendente de La Paz, cargo público que ahora se conoce como alcalde; quien dispuso, allá por 1781, que se lleve adelante una fiesta por el hecho de haber salvado a la ciudad del asedio de los indios. Es decir que un acto de gratitud hacia la Virgen instauró el 24 de enero como día de la fiesta del mercado de miniatura, costumbre que los aborígenes tenían desde los antiguos Kollas con el surgimiento del Ekeko.
Al haberse restablecido la fiesta del mercado de miniatura donde se intercambiaban objetos pequeños con monedas de piedra, se fotjó, poco a poco, el culto al legendario Ekeko.
Al Ekeko aún se lo conserva en muchas casa paceñas, aunque su figura es cada vez más, exclusividad de la feria. El Ekeko tiene un lugar especial, casi un ara; es partícipe de las challas y se lo adorna con mixtura y serpentina. En determinados momentos del año se le pone un cigarrillo prendido en la boca; sus creyentes dicen que fuma. Consume todo el cigarrillo y más vale que no se apague a la mitad, porque según la creencia, si esto sucediese, los deseos no serán escuchados. Toda una señal de malos augurios.
Un documento de la Casa de la Cultura de la Alcaldía de La Paz, al referirse a este extraño personaje señala que “los investigadores del período prehispánico y virreinal, han rastreado en el pasado buscando los orígenes del personaje. De las investigaciones de Carlos Ponce, se deduce que Tunupa o Tonopa, a quien también se le llama EKEKO, es un dios prehispánico que posiblemente se remonta al período clásico de la cultura Tihuanacu, (200 A.C – 700 D.C), que ejercía amplio dominio sobre el fuego del cielo y que según otros investigadores como Rowe tenía relación con el trueno y el rayo. Según Teresa Gisbert se puede concluir que Tunupa era un antiguo dios del rayo, la lluvia y las estaciones geotónicas como los volcanes. En lugares como Calcha. Carabuco, la región del lago Titicaca y el altiplano orureño, en que aparece el mito Tunupa, curiosamente hay tradiciones relacionadas con los fenómenos descritos y un volcán de la última región citada, lleva su nombre.”
El Museo Municipal Costumbrista tiene, entre sus riquezas, un ejemplar que representa al Ekeko. La efigie de éste dios, se representó en Tihuanacu como un personaje masculino, jorobado y el sexo en erección.
La presencia de este dios prehispánico, cuyo origen debe ser encontrado remontando los siglos de antes de nuestra era, fue interrumpida con la llegada de los españoles al continente, pero a través de la tradición cultural, su figura, con algunos cambios fue reinstaurada, especialmente por el mestizaje y ahora su presencia, entronizada está, tan firme como hace centenares de años, en la feria de la Alasita.
La fiesta tradicional paceña va dejando sus particularidades para pasar a ser una feria más de compra y venta de artículos.
DESCUBRIENDO EL MISTERIO DEL EKEKO
La Palma interactivo (www.lapalmainteractivo.com)
Herramientas, comestibles, muebles, lavadoras, y hasta computadoras en miniatura son algunos de los obsequios predilectos que los pobladores de La Paz, Bolivia, obteniene cada 24 de enero, para complacer al "Ekeko", con la esperanza de que la pequeña deidad cumpla sus más fervientes deseos.
Conocido como el "dios de la abundancia," el Ekeko es un gracioso hombrecillo, rechoncho, pícaro y fumador, altamente venerado en Bolivia y en algunas regiones de Perú y Argentina.
Aunque su imagen suele variar, es fácil encontrarlo cargado de cosas, atavi
ado de su multicolor vestuario tradicional boliviano, con todo y lluchu (una especie de capucha de hilo) y sombrero.
Algo muy peculiar de este personaje es precisamente la enorme cantidad de productos y objetos de la vida cotidiana que cuelgan de sus ropas, y el cigarrillo que permanece humeante entre sus dientes.
El Ekeko es una figura ancestral de la cultura incaica, venerada desde siglos antes de la Conquista. Sus seguidores le adoraban, pues se creía que, como el dios de la prosperidad y la fortuna, ahuyentaba la desgracia de los hogares y atraía la fortuna.
Se piensa que existía y que se originó dentro de la civilización Tihuanacu, la cual habitaba en la zona del Altiplano y el Lago Titicaca. Al llegar los incas, estos adoptaron la imagen, y la convirtieron en una importante deidad de la fertilidad y la buena suerte.
En sus inicios, el Ekeko era de piedra, jorobado, tenía rasgos indígenas y no llevaba ningún tipo de vestimenta; su desnudez era símbolo de sus poderes de fertilidad.
Durante la colonización, los españoles intentaron erradicar su devoción, pero los indígenas se resistieron. Eso sí, la imagen sufrió ciertos cambios, entre ellos, su desnudez fue cubierta y sus rasgos alterados, ahora más mestizos.
La Iglesia Católica también intentó prohibir su culto, y al no lograrlo, aceptó al Ekeko como parte indeleble de la cultura boliviana.
Hoy en día, quizá muchos de sus fieles no recuerden sus orígenes, sin embargo, creen ciegamente en su "amistad" y en sus "milagros".
Y es que al Ekeko se le atribuyen diversos "poderes". Además de buena suerte, se cree que el simpático personaje es capaz de materializar los deseos de las personas si estos le obsequian un ejemplar en miniatura de los mismos.
Muchos tienen en sus hogares un Ekeko, sobre todo las personas de pocos recursos. Con la esperanza de que su amigo Ekeko resuelva sus problemas y mejore su situación económica, ellos a cambio lo consienten, adornan su entorno con billetes y monedas en miniatura. Además, satisfacen el gusto de su amigo por el cigarro, al mantenerlo siempre humeante, teniendo cuidado de que se apague antes de llegar a la mitad, ya que esto le causaría un disgusto al hombrecillo, y resultaría en un mal augurio.
Pedirle favores al Ekeko es cuestión de cada día para los bolivianos, pero el 24 de enero, la práctica se intensifica. En esta fecha comienza la celebración de la Feria de Alasitas, una feria de miniaturas artesanales, inspirada y creada precisamente en torno al diminuto "dios de la fortuna, la alegría y el amor".
Aquellos que quieran mimar a su hombrecillo acuden a la feria en La Paz, para adquirir todo tipo de minúsculos objetos, todos aquellos que se desean obtener durante el año.
Para el amor, se obtienen miniaturas de gallos y gallinas, símbolos de la pareja ideal.
Las miniaturas suelen ser de cerámica, pero las hay de metal y hasta de piedra, y pueden ser desde automóviles, electrodomésticos, y víveres, todas pequeñas obras de arte, reproducciones exactas de los objetos reales.
Todos estos pequeños bienes se adquieren y luego, al mediodía del 24, se ch'alla, se acude a la "bendición" de los objetos por personas especializadas que rocían alcohol, vino y hasta pétalos de rosa sobre ellos para que los deseos de sus dueños se hagan realidad.
Muchos, después de este ritual, acuden a las iglesias católicas donde sacerdotes se encargan de bendecir a las personas con agua bendita.
Los bolivianos regresan a sus casas y con fervor, cuelgan las miniaturas en los hombros del hombrecito y encienden su cigarrillo, con la esperanza de que este cumpla sus peticiones.
Es así como una tradición prehispánica ha logrado sobrevivir el paso del tiempo, y permanece vigente, manteniendo vivas el encanto y la esperanza de un pueblo que ha encontrado la manera de vivir con humor y alegría a pesar de la adversidad.
EL DIOS BOLIVIANO DE LA PROSPERIDAD Y LA ALEGRÍA, SEGÚN LA TRADICIÓN, CONCEDE DESEOS A CAMBIO DE MINIATURAS DE LAS PETICIONES
El Periódico de España (www.elperiodico.com)
El solsticio tiene en Bolivia su gran momento fetichista. Llegó la hora de pedir y esperar el milagro. Nadie mejor que el Ekeko para poner a prueba la consistencia de los sueños. El Ekeko es el dios de la abundancia, la fecundidad y la alegría. Y aunque tuvo su origen entre los Tiwanaku, milenarios habitantes del altiplano y las orillas del lago Titicaca, hoy su preferencia atraviesa las clases sociales y llega hasta el mismo Estado.El Ekeko es representado como una persona sonriente, y con algunos kilitos de más. La estatuilla es vestida con ropas típicas y carga una gran cantidad de bultos: alimentos y otros objetos de primera necesidad. En la boca tiene un orificio que permite introducirle los cigarrillos encendidos que se reclaman como ofrenda. El Ekeko, dicen, creen, pregonan en las calles paceñas, es capaz de conceder los deseos de sus seguidores. Pero no gratis. Hay que ofrecerle, a cambio, un regalo a pequeña escala de lo que se quiere. Estas miniaturas reciben el nombre de alasitas.
Euros de barro
La deidad recibe una copia en miniatura, por lo general hecha de cerámica, de una casa, un automóvil, electrodomésticos, títulos universitarios, un pasaporte y, claro, billetes. Los euros hechos de barro son ahora los preferidos. "El boliviano y el dólar se están devaluando", explica María Teresa Aguilar, vendedora de talismanes.En la feria de las alasitas, sobre las avenidas Simón Bolívar y Camacho de La Paz, se venden las artesanías requeridas para el ritual. Abre cada 24 de enero y, a lo largo de tres semanas, más de 2.000 artesanos ofrecen toda la variedad de imágenes que se despliegan en la imaginación de los bolivianos.
"Las alasitas y el Ekeko sintetizan esa esperanza que tenemos los bolivianos", dijo el vicepresidente Álvaro García Linera en la ceremonia de apertura de la feria. García Linera hizo allí saber cuál era su anhelo. Quería que le regalen nuevamente una gallitina, el objeto que se necesita para conquistar el amor. Las aves de cerámica que le había regalado en el 2008 el presidente Evo Morales no surtieron efecto. "Espero que, ahora sí, las gallinas cumplan lo que tienen que hacer", dijo.
Para que las esperanzas depositadas en las alasitas se hagan realidad, hay que rociarlas con alcohol o vino, pétalos de flores, sahumerio (!fragancias hindús al servicio de la utopía altiplánica!) y oraciones que mezclan tradiciones ancestrales y católicas. El Ekeko, recomiendan además, debe estar acompañado. Le gustan las cholitas y las negritas. El tótem debe ser puesto en un lugar especial, por ejemplo la sala o el dormitorio. "No le enciendan velas. Lo único que no debe faltarle es un cigarro los viernes", se insiste. El Ekeko no puede comprarse: debe ser regalado por alguien. Se aconseja cambiarle su prenda todos los años.Hay quienes siguen el ritual convencidos y al pie de la letra. Están los que lo hacen por las dudas. Y abundan los escépticos. En un reciente artículo publicado por Los Tiempos, un diario de Cochabamba (centro), queda la constancia de ese desencanto.
Decepciones"No se fíe de los ekekos", dice el autor de este manifiesto de la incredulidad. "Después de 50 años de matrimonio, durante los cuales le prometí a mi esposa prosperidad, ahora vivo de las remesas que me envía desde España, y cuando estas fallan vivo de la plata que me prestan algunas cholas generosas", añade. El hombre recuerda que cada 24 de enero, el Día de la Alasita, su esposa lo acicalaba, le recortaba el bigote, igualaba sus frondosas cejas, y él, a tono con las expectativas, se calzaba sus mejores zapatos con tacones cubanos. La pareja iba dichosa a la feria de miniaturas, confiada en que luego el Ekeko los llenaría de abundancia. Pero un día, dice el hombre que ya no cree en milagros, su esposa se convenció que el Ekeko "era un impostor", hizo las maletas y se fue a Zaragoza.
Las muestras de decepción se alternan en la prensa boliviana con pruebas contundentes de eficacia totémica: las miniaturas dejan su estado inanimado para dar prueba de los poderes de la deidad. A los ruegos individuales se le suma ahora uno colectivo. Que la Constitución de Morales sea algo más que una ficción jurídica y traiga la felicidad prometida.
Cuentan que ya circulan alasitas de la Carta Magna a las que se encomiendan los creyentes de la refundación boliviana.
La efigie del Ekeko es un pequeño hombre un poco gordo – debemos recordar que es el dios de la abundancia, así que no puede ser delgado – portando el traje tradicional boliviano, con el gorro andino. La estatua del Ekeko, hecha de piedra, cerámica, de hojalata o estaño, madera o incluso hasta plata, se pone en la casa, en algún lugar donde esta deidad pueda estar “cómoda”. No es necesariamente una efigie grande. Las hay desde un tamaño que puede caber encima de una moneda de plata. El hombrecito lleva los brazos levantados a los lados, pues en ellos se le irán colgando las alasitas.
La palabra “alasitas” significa en lengua aymara “cómprame”. Son miniaturas de toda clase de cosas que una persona pueda desear obtener. Una alasita muy común son pequeños billetes, porque la gente necesita dinero para llevar a cabo sus proyectos. Otras alasitas más específicas son: si uno desea viajar, compra una pequeña maleta; si uno quiere comprarse un coche, compra un cochecito; si un campesino desea buena cosecha, compra una alasita de un saco de granos de cereales; si una familia quiere tener siempre comida, compra una alasita de bolsita de arroz; si uno desea tener suerte en su negocio, pues una alasita de una pequeña tienda. Es increíble la diversidad de alasitas que se venden, y el detalle con que están hechas.
La leyenda del Ekeko data de tiempos prehispánicos. Cuentan los nativos que allá en el Altiplano boliviano vivía un hombre aymara llamado Iqiqu, que además de ser generoso y alegre, emanaba armonía, sabiduría y tranquilidad. Pero con la llegada de los blancos, se acabó esa felicidad, ya que Iqiqu fue perseguido. Los blancos lo apresaron y fue muerto y descuartizado, poniendo las diferentes partes de su cuerpo en distintos lugares, para que no pudiera volver a nacer.
La leyenda toma un cariz político contemporáneo al contar que cuando se reúnan todas las partes del cuerpo del Ekeko, entonces el pueblo aymara renacerá junto con él.
CONTINÚA EL REINADO DEL EKEKO EN LA ALASITA
Bolivia Com. (www.bolivia.com)
Pequeño, casi enano, fuerte (mastuco en lenguaje criollo), de ralos bigotes, fumador empedernido, con lluchu y sombrero, cargado de innumerables productos de la canasta familiar y de otros que también son necesarios para la vida y comodidad de la familia, el Ekeko, ancestral figura de la cultura paceña sigue entronado en la fiesta de la Alasita. Todo se hace a su nombre, nadie compra nada sin pensar en que éste dios de la abundancia (significado castellano de la voz aimara ekeko) lo hará realidad en el transcurso del año.
Dicen algunos historiadores que el Ekeko ya era conocido en el kollasuyo y que a él le daban la categoría de dios; un dios de la prosperidad y de la fortuna. Según esas creencias, el Ekeko se encargaba de llevar al hogar alegría y fortuna y también se encargaba de ahuyentar las desgracias. La historia del Ekeko y de la fiesta de Alasita (voz aimara que significa comprame) no tiene gran cantidad de documentos escritos, pero José de Mesa asegura que habría sido don Sebastián Segurola, gobernador intendente de La Paz, cargo público que ahora se conoce como alcalde; quien dispuso, allá por 1781, que se lleve adelante una fiesta por el hecho de haber salvado a la ciudad del asedio de los indios. Es decir que un acto de gratitud hacia la Virgen instauró el 24 de enero como día de la fiesta del mercado de miniatura, costumbre que los aborígenes tenían desde los antiguos Kollas con el surgimiento del Ekeko.
Al haberse restablecido la fiesta del mercado de miniatura donde se intercambiaban objetos pequeños con monedas de piedra, se fotjó, poco a poco, el culto al legendario Ekeko.
Al Ekeko aún se lo conserva en muchas casa paceñas, aunque su figura es cada vez más, exclusividad de la feria. El Ekeko tiene un lugar especial, casi un ara; es partícipe de las challas y se lo adorna con mixtura y serpentina. En determinados momentos del año se le pone un cigarrillo prendido en la boca; sus creyentes dicen que fuma. Consume todo el cigarrillo y más vale que no se apague a la mitad, porque según la creencia, si esto sucediese, los deseos no serán escuchados. Toda una señal de malos augurios.
Un documento de la Casa de la Cultura de la Alcaldía de La Paz, al referirse a este extraño personaje señala que “los investigadores del período prehispánico y virreinal, han rastreado en el pasado buscando los orígenes del personaje. De las investigaciones de Carlos Ponce, se deduce que Tunupa o Tonopa, a quien también se le llama EKEKO, es un dios prehispánico que posiblemente se remonta al período clásico de la cultura Tihuanacu, (200 A.C – 700 D.C), que ejercía amplio dominio sobre el fuego del cielo y que según otros investigadores como Rowe tenía relación con el trueno y el rayo. Según Teresa Gisbert se puede concluir que Tunupa era un antiguo dios del rayo, la lluvia y las estaciones geotónicas como los volcanes. En lugares como Calcha. Carabuco, la región del lago Titicaca y el altiplano orureño, en que aparece el mito Tunupa, curiosamente hay tradiciones relacionadas con los fenómenos descritos y un volcán de la última región citada, lleva su nombre.”
El Museo Municipal Costumbrista tiene, entre sus riquezas, un ejemplar que representa al Ekeko. La efigie de éste dios, se representó en Tihuanacu como un personaje masculino, jorobado y el sexo en erección.
La presencia de este dios prehispánico, cuyo origen debe ser encontrado remontando los siglos de antes de nuestra era, fue interrumpida con la llegada de los españoles al continente, pero a través de la tradición cultural, su figura, con algunos cambios fue reinstaurada, especialmente por el mestizaje y ahora su presencia, entronizada está, tan firme como hace centenares de años, en la feria de la Alasita.
La fiesta tradicional paceña va dejando sus particularidades para pasar a ser una feria más de compra y venta de artículos.
DESCUBRIENDO EL MISTERIO DEL EKEKO
La Palma interactivo (www.lapalmainteractivo.com)
Herramientas, comestibles, muebles, lavadoras, y hasta computadoras en miniatura son algunos de los obsequios predilectos que los pobladores de La Paz, Bolivia, obteniene cada 24 de enero, para complacer al "Ekeko", con la esperanza de que la pequeña deidad cumpla sus más fervientes deseos.
Conocido como el "dios de la abundancia," el Ekeko es un gracioso hombrecillo, rechoncho, pícaro y fumador, altamente venerado en Bolivia y en algunas regiones de Perú y Argentina.
Aunque su imagen suele variar, es fácil encontrarlo cargado de cosas, atavi
ado de su multicolor vestuario tradicional boliviano, con todo y lluchu (una especie de capucha de hilo) y sombrero.
Algo muy peculiar de este personaje es precisamente la enorme cantidad de productos y objetos de la vida cotidiana que cuelgan de sus ropas, y el cigarrillo que permanece humeante entre sus dientes.
El Ekeko es una figura ancestral de la cultura incaica, venerada desde siglos antes de la Conquista. Sus seguidores le adoraban, pues se creía que, como el dios de la prosperidad y la fortuna, ahuyentaba la desgracia de los hogares y atraía la fortuna.
Se piensa que existía y que se originó dentro de la civilización Tihuanacu, la cual habitaba en la zona del Altiplano y el Lago Titicaca. Al llegar los incas, estos adoptaron la imagen, y la convirtieron en una importante deidad de la fertilidad y la buena suerte.
En sus inicios, el Ekeko era de piedra, jorobado, tenía rasgos indígenas y no llevaba ningún tipo de vestimenta; su desnudez era símbolo de sus poderes de fertilidad.
Durante la colonización, los españoles intentaron erradicar su devoción, pero los indígenas se resistieron. Eso sí, la imagen sufrió ciertos cambios, entre ellos, su desnudez fue cubierta y sus rasgos alterados, ahora más mestizos.
La Iglesia Católica también intentó prohibir su culto, y al no lograrlo, aceptó al Ekeko como parte indeleble de la cultura boliviana.
Hoy en día, quizá muchos de sus fieles no recuerden sus orígenes, sin embargo, creen ciegamente en su "amistad" y en sus "milagros".
Y es que al Ekeko se le atribuyen diversos "poderes". Además de buena suerte, se cree que el simpático personaje es capaz de materializar los deseos de las personas si estos le obsequian un ejemplar en miniatura de los mismos.
Muchos tienen en sus hogares un Ekeko, sobre todo las personas de pocos recursos. Con la esperanza de que su amigo Ekeko resuelva sus problemas y mejore su situación económica, ellos a cambio lo consienten, adornan su entorno con billetes y monedas en miniatura. Además, satisfacen el gusto de su amigo por el cigarro, al mantenerlo siempre humeante, teniendo cuidado de que se apague antes de llegar a la mitad, ya que esto le causaría un disgusto al hombrecillo, y resultaría en un mal augurio.
Pedirle favores al Ekeko es cuestión de cada día para los bolivianos, pero el 24 de enero, la práctica se intensifica. En esta fecha comienza la celebración de la Feria de Alasitas, una feria de miniaturas artesanales, inspirada y creada precisamente en torno al diminuto "dios de la fortuna, la alegría y el amor".
Aquellos que quieran mimar a su hombrecillo acuden a la feria en La Paz, para adquirir todo tipo de minúsculos objetos, todos aquellos que se desean obtener durante el año.
Para el amor, se obtienen miniaturas de gallos y gallinas, símbolos de la pareja ideal.
Las miniaturas suelen ser de cerámica, pero las hay de metal y hasta de piedra, y pueden ser desde automóviles, electrodomésticos, y víveres, todas pequeñas obras de arte, reproducciones exactas de los objetos reales.
Todos estos pequeños bienes se adquieren y luego, al mediodía del 24, se ch'alla, se acude a la "bendición" de los objetos por personas especializadas que rocían alcohol, vino y hasta pétalos de rosa sobre ellos para que los deseos de sus dueños se hagan realidad.
Muchos, después de este ritual, acuden a las iglesias católicas donde sacerdotes se encargan de bendecir a las personas con agua bendita.
Los bolivianos regresan a sus casas y con fervor, cuelgan las miniaturas en los hombros del hombrecito y encienden su cigarrillo, con la esperanza de que este cumpla sus peticiones.
Es así como una tradición prehispánica ha logrado sobrevivir el paso del tiempo, y permanece vigente, manteniendo vivas el encanto y la esperanza de un pueblo que ha encontrado la manera de vivir con humor y alegría a pesar de la adversidad.
EL DIOS BOLIVIANO DE LA PROSPERIDAD Y LA ALEGRÍA, SEGÚN LA TRADICIÓN, CONCEDE DESEOS A CAMBIO DE MINIATURAS DE LAS PETICIONES
El Periódico de España (www.elperiodico.com)
El solsticio tiene en Bolivia su gran momento fetichista. Llegó la hora de pedir y esperar el milagro. Nadie mejor que el Ekeko para poner a prueba la consistencia de los sueños. El Ekeko es el dios de la abundancia, la fecundidad y la alegría. Y aunque tuvo su origen entre los Tiwanaku, milenarios habitantes del altiplano y las orillas del lago Titicaca, hoy su preferencia atraviesa las clases sociales y llega hasta el mismo Estado.El Ekeko es representado como una persona sonriente, y con algunos kilitos de más. La estatuilla es vestida con ropas típicas y carga una gran cantidad de bultos: alimentos y otros objetos de primera necesidad. En la boca tiene un orificio que permite introducirle los cigarrillos encendidos que se reclaman como ofrenda. El Ekeko, dicen, creen, pregonan en las calles paceñas, es capaz de conceder los deseos de sus seguidores. Pero no gratis. Hay que ofrecerle, a cambio, un regalo a pequeña escala de lo que se quiere. Estas miniaturas reciben el nombre de alasitas.
Euros de barro
La deidad recibe una copia en miniatura, por lo general hecha de cerámica, de una casa, un automóvil, electrodomésticos, títulos universitarios, un pasaporte y, claro, billetes. Los euros hechos de barro son ahora los preferidos. "El boliviano y el dólar se están devaluando", explica María Teresa Aguilar, vendedora de talismanes.En la feria de las alasitas, sobre las avenidas Simón Bolívar y Camacho de La Paz, se venden las artesanías requeridas para el ritual. Abre cada 24 de enero y, a lo largo de tres semanas, más de 2.000 artesanos ofrecen toda la variedad de imágenes que se despliegan en la imaginación de los bolivianos.
"Las alasitas y el Ekeko sintetizan esa esperanza que tenemos los bolivianos", dijo el vicepresidente Álvaro García Linera en la ceremonia de apertura de la feria. García Linera hizo allí saber cuál era su anhelo. Quería que le regalen nuevamente una gallitina, el objeto que se necesita para conquistar el amor. Las aves de cerámica que le había regalado en el 2008 el presidente Evo Morales no surtieron efecto. "Espero que, ahora sí, las gallinas cumplan lo que tienen que hacer", dijo.
Para que las esperanzas depositadas en las alasitas se hagan realidad, hay que rociarlas con alcohol o vino, pétalos de flores, sahumerio (!fragancias hindús al servicio de la utopía altiplánica!) y oraciones que mezclan tradiciones ancestrales y católicas. El Ekeko, recomiendan además, debe estar acompañado. Le gustan las cholitas y las negritas. El tótem debe ser puesto en un lugar especial, por ejemplo la sala o el dormitorio. "No le enciendan velas. Lo único que no debe faltarle es un cigarro los viernes", se insiste. El Ekeko no puede comprarse: debe ser regalado por alguien. Se aconseja cambiarle su prenda todos los años.Hay quienes siguen el ritual convencidos y al pie de la letra. Están los que lo hacen por las dudas. Y abundan los escépticos. En un reciente artículo publicado por Los Tiempos, un diario de Cochabamba (centro), queda la constancia de ese desencanto.
Decepciones"No se fíe de los ekekos", dice el autor de este manifiesto de la incredulidad. "Después de 50 años de matrimonio, durante los cuales le prometí a mi esposa prosperidad, ahora vivo de las remesas que me envía desde España, y cuando estas fallan vivo de la plata que me prestan algunas cholas generosas", añade. El hombre recuerda que cada 24 de enero, el Día de la Alasita, su esposa lo acicalaba, le recortaba el bigote, igualaba sus frondosas cejas, y él, a tono con las expectativas, se calzaba sus mejores zapatos con tacones cubanos. La pareja iba dichosa a la feria de miniaturas, confiada en que luego el Ekeko los llenaría de abundancia. Pero un día, dice el hombre que ya no cree en milagros, su esposa se convenció que el Ekeko "era un impostor", hizo las maletas y se fue a Zaragoza.
Las muestras de decepción se alternan en la prensa boliviana con pruebas contundentes de eficacia totémica: las miniaturas dejan su estado inanimado para dar prueba de los poderes de la deidad. A los ruegos individuales se le suma ahora uno colectivo. Que la Constitución de Morales sea algo más que una ficción jurídica y traiga la felicidad prometida.
Cuentan que ya circulan alasitas de la Carta Magna a las que se encomiendan los creyentes de la refundación boliviana.
Exlente informaciom Daniel, yo soy de aca de santa cruz pero casi no sabia nada del enanito este (ekeko), y siendo de bolivia.
ResponderEliminarHasta pronto.
Exlente informaciom Daniel, yo soy de aca de santa cruz pero casi no sabia nada del enanito este (ekeko), y siendo de bolivia.
ResponderEliminarNo se debe hacerle fotos ni.horaciones.cristianas ,es la.opuesto a él....somos solares...sólo recuerda los actos cristianos en este continente...además le hicieron lo que a ISIS en atlántica y ella legalmente los pedazos de los habitantes de sus pueblos....de.alli viene que.esos que llegaron con.un.libro insisten con el término Apocalipsis....O sea. hacer hasta lo imposible para aplicar.a ISIS....y en su lugar la mujer de la iglesia que por intermedio de eso degradan a la mujer...madres y.hasta Diosas...aquí.en Argentina.los VM pastores.hacen insultar escupir y pisotear.alAMADO.DIOS SOLAR... el que.LO VI.HACE UNOS AÑOS HACIENDOLE COMO UN CAMINO DE.ORO A AGANESHA DIOS SOLAR DEL INDUISMO...se deben hacer todos ritos.Solares...pedir al SOL mirándolo cuando.sale.y se
ResponderEliminarPone...en.honor a nuestro amado EKEKO.... y así erradicar lo cristiano que es una
Creencia.modificada y muy.bien.disimulada...
No se debe hacerle fotos ni.horaciones.cristianas ,es la.opuesto a él....somos solares...sólo recuerda los actos cristianos en este continente...además le hicieron lo que a ISIS en atlántica y ella legalmente los pedazos de los habitantes de sus pueblos....de.alli viene que.esos que llegaron con.un.libro insisten con el término Apocalipsis....O sea. hacer hasta lo imposible para aplicar.a ISIS....y en su lugar la mujer de la iglesia que por intermedio de eso degradan a la mujer...madres y.hasta Diosas...aquí.en Argentina.los VM pastores.hacen insultar escupir y pisotear.alAMADO.DIOS SOLAR... el que.LO VI.HACE UNOS AÑOS HACIENDOLE COMO UN CAMINO DE.ORO A AGANESHA DIOS SOLAR DEL INDUISMO...se deben hacer todos ritos.Solares...pedir al SOL mirándolo cuando.sale.y se
ResponderEliminarPone...en.honor a nuestro amado EKEKO.... y así erradicar lo cristiano que es una
Creencia.modificada y muy.bien.disimulada...